Blog de Viajes Pro Elite Travel 

Aquí es donde comienza tu aventura con Pro Elite Travel. Descubre destinos fascinantes y consejos prácticos para hacer de cada viaje una experiencia inolvidable. Explora nuestro blog y prepárate para vivir momentos únicos alrededor del mundo. ¡Bienvenido a bordo!

CANCUN 

SOL ARENA Y AVENTURA QUE LLEVAR PARA DISFRUTAR AL MAXIMO DE TU ESCAPADA PLAYERA

Cuando te preparas para hacer turismo de sol y playa, es importante llevar mucho más que un traje de baño y unas sandalias. Empacar de forma inteligente puede marcar una enorme diferencia en la comodidad, la seguridad y el disfrute de todo tu viaje. Lo primero que no puede faltar es un protector solar de alta calidad, preferentemente de amplio espectro y resistente al agua, ya que la exposición constante al sol, el reflejo del mar y la arena puede afectar tu piel más rápido de lo que imaginas. Llevar un bloqueador pequeño para retocar durante el día también es una gran idea. Acompáñalo con un buen sombrero de ala ancha, lentes de sol con protección UV real y, si te gusta caminar por la playa, una camiseta ligera o tipo rash guard para cubrirte en las horas de mayor intensidad. Una botella reutilizable es esencial para mantenerte hidratada; el calor, el viento salado y las horas bajo el sol pueden causar deshidratación sin que te des cuenta, así que tener agua siempre a mano es indispensable.

En cuanto a la ropa, es mejor elegir prendas frescas, de telas ligeras, que sequen rápido y que puedas combinar fácilmente. Un par de trajes de baño extra siempre ayuda, porque uno puede tardar en secarse o llenarse de arena. También conviene llevar una toalla de microfibra, ya que es compacta, se seca rápido y no pesa casi nada. Las sandalias cómodas son importantes, pero no olvides un calzado cerrado ligero si planeas caminar por zonas rocosas, hacer excursiones cortas o entrar a restaurantes donde piden zapatos más formales. Para los días largos en la playa, una bolsa amplia y resistente al agua es básica para guardar todo sin complicaciones: protector solar, toalla, agua, una fruta o snack, un libro, la cartera y tus cosas personales sin riesgo de que se mojen o llenen de arena.

Muchas personas olvidan llevar artículos que pueden hacer la experiencia mucho más cómoda, como una funda impermeable para el celular, que te permite sacar fotos sin preocuparte si cae agua o arena. También es útil llevar una manta ligera para sentarte, una sombrilla portátil o un pareo grande que sirva tanto para cubrirte como para recostarte. En destinos con sol muy fuerte, un ventilador pequeño recargable puede parecer exagerado, pero cuando estás en una playa sin sombra, es un alivio enorme. No dejes fuera un pequeño botiquín básico con curitas, gel antibacterial, pañuelos húmedos, analgésico y crema para picaduras, por si te rozan las sandalias, si te pica un mosquito o te cortas ligeramente con una concha en la orilla.

Si te gusta explorar el mar, unas gafas de snorkel o una máscara básica siempre mejoran la experiencia, porque no todos los destinos tienen equipo en buen estado para rentar. También puede ser útil una bolsa seca para guardar documentos y dinero; así evitas preocupaciones si te quieres meter al agua sin perder de vista tus pertenencias. Algo que muchos viajeros valoran es llevar una batería portátil para mantener cargado el celular, porque entre fotos, videos, mapas y música, se consume mucho más rápido la energía. Y como la playa es un lugar para desconectar, también es bonito llevar un libro, una libreta, un rompecabezas pequeño o algo que te permita relajarte sin necesidad de tecnología.

Por último, es importante llevar respeto por el entorno: una pequeña bolsa para tu basura, protector solar biodegradable cuando sea posible y la disposición de mantener la playa igual o más limpia de lo que la encontraste. Con este tipo de preparación, no solo disfrutas al máximo del sol y el mar, sino que también tienes la tranquilidad de saber que nada te va a faltar durante tu día en la playa. Un buen equipaje hace que la experiencia sea cómoda, segura y, sobre todo, completamente libre de estrés, permitiéndote concentrarte únicamente en disfrutar el sonido de las olas, el tacto suave de la arena y la magia que tiene el mar en cada viaje.

                                                                                                       BRASIL 

GUIA COMPLETA PARA TU PRIMERA VEZ EN BRASIL TODO LO QUE DEBES HACER VIVIR Y DESCUBRIR

Viajar a Brasil por primera vez es abrir la puerta a un país inmenso, lleno de colores, sabores, música y paisajes que se quedan en la memoria para siempre. Para muchas personas, este destino representa aventura, cultura, alegría y una conexión profunda con la naturaleza. Si estás a punto de visitarlo por primera vez, esta guía extensa te ayudará a saber qué hacer, qué esperar y cómo aprovechar cada momento de este viaje tan especial.

Conoce las ciudades más emblemáticas antes de elegir tu ruta

Brasil es gigante, así que lo ideal es tener una idea clara de qué te ofrece cada región. Río de Janeiro enamora con su energía vibrante, el Cristo Redentor, el Pan de Azúcar y sus playas mundialmente famosas como Copacabana e Ipanema. Salvador, en cambio, te envuelve con su historia colonial, su música afrobrasileña, su gastronomía especiada y su cultura profunda que se siente en cada calle del Pelourinho. São Paulo destaca por su movimiento constante, museos, arte urbano y vida nocturna. Y si buscas naturaleza impresionante, ciudades como Foz do Iguaçu, Florianópolis, Manaus o Recife tienen paisajes que parecen de película.

Explora al menos una playa icónica

Tu primera visita no estaría completa sin disfrutar una de esas playas brasileñas que parecen eternas. Puedes caminar por Copacabana, sentir la vibra juvenil de Ipanema, descubrir la belleza tranquila de Praia do Rosa o sorprenderte con las aguas cristalinas de Arraial do Cabo. Cada playa tiene su personalidad, desde las que ofrecen música, movimiento y vendedores ambulantes hasta las que son silenciosas, perfectas para relajarte con un buen libro y el sonido del mar.

Vive una experiencia cultural auténtica

Brasil late al ritmo de su cultura. Si es tu primera vez, dedica un momento a ver una roda de samba, aprender pasos básicos de capoeira o asistir a una presentación de forró o axé. Muchos viajeros coinciden en que estos encuentros son los que realmente hacen que te sientas dentro del país. Además, visitar mercados locales, hablar con los vendedores y probar dulces típicos es una forma sencilla y hermosa de conocer la vida cotidiana brasileña.

Dale una oportunidad a la gastronomía

La comida es parte fundamental de la experiencia. En tu primer viaje debes probar una buena feijoada, un pão de queijo recién hecho, una moqueca llena de sabor, unas coxinhas calientitas y los famosos brigadeiros. En la costa, disfruta pescados frescos y frutas tropicales que quizás nunca has visto. Y no olvides pedir un açaí bien frío o una caipiriña hecha al momento con limón fresco. Comer en Brasil no es solo alimentarse, es saborear su identidad.

Incluye una experiencia en la naturaleza

Brasil es uno de los países más diversos del mundo. Si te gusta la aventura, puedes explorar senderos en la selva amazónica, navegar por ríos inmensos, recorrer dunas blancas de Lençóis Maranhenses, admirar cascadas impresionantes, o caminar por parques nacionales con vistas increíbles. Incluso si prefieres algo más relajado, una visita a las cataratas de Iguazú o un paseo en barco por Paraty pueden convertirse en momentos inolvidables.

Aprovecha la energía local

Una de las mejores partes de visitar Brasil por primera vez es sentir su ambiente alegre, cálido y abierto. Verás gente conversando en la playa, compartiendo música, disfrutando la vida a su propio ritmo. Déjate llevar por esa atmósfera relajada: camina sin prisa, conversa con locales, mira un atardecer sin interrupciones y disfruta el sonido de la ciudad o el mar. Esto es parte del encanto brasileño.

Aprende algunas palabras en portugués

No necesitas hablar el idioma perfectamente, pero saber algunas frases hace tu viaje más agradable. Palabras como “obrigada/o”, “por favor”, “bom dia”, “tudo bem?” o “até logo” ya te ayudan a conectar. Los brasileños suelen apreciar el esfuerzo, y eso abre puertas y sonrisas.

Organiza tus días con equilibrio

Una recomendación esencial para tu primera vez es no intentar ver todo. Brasil es demasiado grande para abarcarlo en un solo viaje, así que es mejor disfrutar bien algunos lugares que correr sin saborear nada. Alterna días de actividad con días de descanso, deja espacio para improvisar y mantén la mente abierta para descubrir tesoros inesperados.

Regresa con recuerdos, no solo fotos

Verás paisajes impactantes, arquitectura impresionante y momentos que querrás guardar para siempre. Pero lo que realmente te llevas de Brasil son sensaciones: la brisa en la playa, la música en la calle, los colores de las casas coloniales, el aroma de la comida, la risa de la gente. Disfruta cada instante, porque ese es el verdadero encanto de viajar por primera vez aeste país tan especial.

SAN MIGUEL DE ALLENDE 

LOS VIÑEDOS IMPERDIBLES DE SAN. IGUEL DE ALLENDE 

San Miguel de Allende no solo enamora por su arquitectura colonial, su historia vibrante y su ambiente artístico, sino también por los viñedos que se han convertido en uno de sus tesoros más especiales. Al alejarte del centro, el paisaje cambia poco a poco: las calles empedradas dan paso a caminos rurales, campos dorados, colinas suaves y extensiones de vides que parecen dibujar el horizonte. En este escenario se encuentran algunos de los mejores viñedos del país, cada uno con su identidad, su estilo, su historia y su manera de interpretar el vino. Uno de los más emblemáticos es Dos Búhos, un viñedo que ha destacado por su enfoque orgánico y su conexión con la tierra. Aquí todo gira alrededor del respeto por la naturaleza: sus uvas se cultivan sin pesticidas agresivos y cada proceso se cuida con una filosofía que busca conservar la esencia de la tierra. Al visitarlo se experimenta una sensación de calma; caminar entre las vides, sentir la brisa, mirar el paisaje y finalizar con una cata que refleja el carácter artesanal de sus vinos es algo que muchas personas describen como una experiencia íntima, casi terapéutica. En otro extremo de la experiencia está Viñedo Toyán, que sorprende por su atmósfera mística y su cava subterránea ubicada a varios metros bajo tierra. Al descender, el ambiente cambia por completo: la temperatura baja, el eco se hace presente y las paredes de piedra envuelven al visitante en un silencio que invita a escuchar el sonido del propio recorrido. Toyán es un viñedo que mezcla naturaleza, historia y un toque casi espiritual; sus pasadizos y su arquitectura medieval hacen que la visita se sienta como un descubrimiento, una especie de viaje dentro de la tierra que culmina con degustaciones que celebran su producción cuidada y singular. Más adelante aparece Viñedos San Lucas, un lugar que muchos describen como un paisaje sacado de una postal europea. Sus campos de lavanda, olivos y lagos se combinan con filas de vides que hacen del recorrido algo sumamente estético y relajante. Es un sitio para caminar sin prisa, para detenerse a mirar la luz que cae sobre las colinas y para disfrutar de vinos que suelen acompañarse con propuestas gastronómicas cuidadas. San Lucas no es solo un viñedo, sino una experiencia completa donde el descanso, la belleza natural y el vino se mezclan en perfecta armonía. Para quienes buscan una propuesta más amplia y con una producción significativa, Viñedo San Miguel se ha consolidado como una referencia clave en la región. Es un espacio que combina lo mejor de la tradición y la modernidad, con hectáreas extensas de viñas, una cava bien estructurada y un proceso que permite conocer de cerca cada etapa de la creación del vino. Visitar este lugar es aprender, caminar, oler, probar y entender cómo un mismo terruño puede dar vida a vinos tan variados. Es ideal para quienes desean entrar un poco más al mundo vinícola y explorar desde tintos intensos hasta blancos aromáticos. Por otro lado, para quienes buscan una experiencia más íntima, está Puente Josefa, un viñedo boutique que se caracteriza por su producción limitada y su atención minuciosa a cada detalle. Aquí la cantidad importa menos que la calidad; las botellas se producen en números reducidos, lo que permite cuidar cada paso de elaboración con precisión y cariño. Es un sitio donde las degustaciones suelen sentirse cercanas, casi como si se estuviera probando vino en casa de un amigo apasionado por su oficio. La atmósfera es tranquila, suave, reconfortante, perfecta para quienes valoran las experiencias pequeñas pero significativas. Todos estos viñedos comparten algo en común: el paisaje que los envuelve. San Miguel de Allende tiene la capacidad de combinar sol, tierra, viento y colinas de una manera que convierte cualquier recorrido en algo especial. Visitar estos lugares no es solo beber vino, sino vivir momentos: el sonido de las hojas, el aroma de la tierra caliente, la vista infinita de viñedos que se pierden en el horizonte, la sensación de estar en un sitio donde el tiempo se desacelera. La magia está en cómo cada viñedo interpreta ese entorno: unos lo vuelven artístico, otros místico, otros elegante, otros íntimo. Y quien los recorre termina descubriendo que cada copa cuenta una historia distinta. Por eso, recorrer los viñedos de San Miguel de Allende es una manera de ver otra faceta de la ciudad, una que se vive más con los sentidos que con las palabras, una que invita a detenerse y disfrutar de la vida con un poco más de calma y con el encanto del vino como compañero.

COLOMBIA

RUTA DEL CAFÉ QUE HACER Y COMO RECORRERLA

Una idea que le podemos dar a los viajeros que buscan experiencias auténticas, profundas y llenas de sentido es recorrer la famosa Ruta del Café en Colombia, un viaje que va mucho más allá de probar una taza deliciosa, porque significa adentrarse en montañas verdes, conocer familias que han dedicado su vida a la cosecha, caminar entre cafetales que huelen a tierra húmeda y descubrir un ritmo de vida tranquilo que conserva tradiciones de generaciones. Esta ruta es una oportunidad para ver de cerca cómo nace uno de los cafés más reconocidos del mundo y al mismo tiempo explorar pueblos llenos de encanto, miradores naturales y paisajes que parecen pintados a mano. La Ruta del Café se ubica principalmente en el Eje Cafetero, una región reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad por la forma en que combina cultura, arquitectura tradicional y paisajes de ensueño. Allí la vida gira alrededor del café, desde los colores vivos de las casas hasta el aroma que sale de cada cocina en la mañana. Recorrer esta zona es abrirse a una experiencia donde la naturaleza y la cultura se abrazan en cada rincón. Los viajeros suelen iniciar su aventura en pueblos icónicos como Salento, Filandia o Manizales, y cada uno ofrece una atmósfera distinta que hace que el recorrido se sienta variado y sorprendente. Salento, por ejemplo, es conocido por sus calles coloridas, su ambiente bohemio y su cercanía al Valle de Cocora, donde las palmas de cera, las más altas del mundo, se alzan sobre un paisaje montañoso que deja sin palabras a cualquiera. Caminar por el valle, respirar aire fresco y ver esas palmas que parecen tocar el cielo es una de las experiencias más inolvidables del viaje. Pero el corazón de la Ruta del Café está en las fincas cafeteras. Son estas haciendas, muchas de ellas familiares, las que permiten que el viajero viva el proceso desde la raíz. La mayoría ofrece recorridos donde se aprende a distinguir los granos, se recoge café dependiendo de la temporada, se conoce el proceso de despulpado, secado, tostado y molienda, y finalmente se realiza una cata guiada para entender aromas, acidez, cuerpo y otros aspectos que determinan la calidad del café. Este proceso, que en apariencia es simple, se vuelve fascinante cuando se mira de cerca, porque cada detalle afecta el sabor final de la taza. Visitar una finca también es una oportunidad para conversar con los caficultores, escuchar sus historias, entender el esfuerzo que hay detrás de cada cosecha y comprender por qué el café colombiano tiene tanto prestigio mundial. Para recorrer la Ruta del Café no hace falta un itinerario rígido, pero sí conviene tener una idea general. Muchos viajeros llegan a Armenia o Pereira, ciudades que funcionan como punto de partida, y desde allí toman transporte hacia los pueblos y fincas. También es común alquilar un carro para moverse con más libertad por caminos rurales, detenerse en miradores, probar comida típica en pequeños restaurantes y visitar fincas menos turísticas que conservan aún más autenticidad. Algunas agencias locales ofrecen recorridos más organizados, pero parte del encanto está en recorrer la región a tu propio ritmo y dejarte sorprender por cada desvío. Además del café en sí, esta ruta permite disfrutar de actividades adicionales como cabalgatas entre montañas, caminatas ecológicas, visitas a miradores, baños en aguas termales, recorridos por pueblos con arquitectura de bahareque y madera, compras de artesanías y degustación de platos locales como la trucha, el sancocho o las arepas de maíz. El clima templado, el verde intenso y la sensación constante de tranquilidad hacen que cada día se sienta renovador. El viajero suele terminar las jornadas en una finca u hotel rural, escuchando grillos, respirando aire puro y rodeado de un silencio que no existe en las ciudades. La Ruta del Café es una experiencia completa para los sentidos, ideal para quienes aman la naturaleza, para quienes buscan entender la cultura colombiana desde adentro, para quienes disfrutan las experiencias auténticas y para quienes quieren un viaje sin prisas. Es una invitación a conectar con el origen de algo tan cotidiano como una taza de café y al mismo tiempo con el espíritu tranquilo y cálido de las regiones cafeteras de Colombia.

NAYARIT

LAS PLAYAS TRANQUILAS Y POCO SATURADAS 

San Blas es uno de esos destinos que se sienten como un secreto bien guardado del Pacífico mexicano, un lugar donde el tiempo parece avanzar más despacio y donde las playas conservan una calma que ya casi no se encuentra en otros puntos turísticos. Es perfecto para los viajeros que buscan relajarse sin multitudes, caminar por orillas amplias sin ruido de música estridente y disfrutar del sonido natural del mar, los pájaros y el viento entre los manglares. Las playas de San Blas tienen una esencia auténtica, sencilla y profundamente relajante, y recorrerlas es una experiencia que permite desconectarse y sentir un ritmo de vida más suave y natural. Una de las playas más emblemáticas es Playa Las Islitas, conocida por su ambiente familiar y por sus olas suaves que la convierten en un lugar ideal para quienes quieren meterse al mar sin preocupaciones. Es una playa extensa, de arena fina y agua tibia, perfecta para pasar horas bajo una palapa, caminando por la orilla o simplemente contemplando el mar sin interrupciones. A diferencia de los destinos saturados, aquí puedes encontrar espacio para ti sin tener que buscarlo demasiado, lo que hace que muchos visitantes sientan que han encontrado un pequeño paraíso cotidiano. Cerca de ahí se encuentra Playa El Borrego, otra de las favoritas para quienes buscan tranquilidad, pero con un toque más amplio y panorámico. Su ambiente es relajado y su vista es preciosa durante todo el día, especialmente al atardecer, cuando el cielo se llena de colores cálidos y la playa se va quedando prácticamente sola. Es el tipo de lugar donde puedes caminar durante minutos enteros sin cruzarte con mucha gente, solo sintiendo la brisa y escuchando las olas romper. Además, es una playa ideal para quienes disfrutan comer a la orilla del mar, porque aquí todavía existen restaurantes sencillos y tradicionales donde ofrecen pescado fresco y platillos locales preparados de manera casera. Otra joya poco conocida es Playa Los Cocos, un sitio más apartado donde la naturaleza es protagonista absoluta. Es perfecta para viajeros que quieren un escenario más rústico, menos intervenido, donde la playa se siente más salvaje y el entorno conserva su esencia natural. Sus palmeras, la arena amplia y la poca presencia de turistas crean un ambiente perfecto para descansar, leer un libro, observar aves o simplemente dejar que el tiempo pase sin prisa. Es el tipo de playa que encanta a quienes buscan desconexión profunda. Muy cerca se encuentra Playa El Rey, menos mencionada pero igual de especial, porque mantiene esa sensación de aislamiento que muchos viajeros valoran cuando buscan playas realmente tranquilas. Es un espacio donde normalmente hay muy poca gente, y eso permite una experiencia íntima con la naturaleza, ideal para quien quiere evitar cualquier tipo de prisa o ruido. San Blas también se caracteriza por tener varios puntos en los que las playas se entrelazan con manglares, lo que crea un paisaje distinto al típico de otras zonas del Pacífico. Esta combinación de vegetación, arena y agua genera escenarios únicos y al mismo tiempo ofrece un ambiente más fresco y sombreado para quienes prefieren espacios naturales y distintos a lo convencional. Muchos viajeros disfrutan simplemente de caminar y observar la fauna que habita en los alrededores, desde aves migratorias hasta pequeños cangrejos que salen de sus escondites en la arena. Una de las cosas más especiales de San Blas es que, al no ser un destino masificado, permite disfrutar de la vida local tal cual es, sin prisas ni pretensiones. Aquí la gente vive al ritmo del mar y los visitantes se contagian de esa calma desde el primer día. No hay necesidad de grandes itinerarios ni actividades aceleradas, porque el encanto está en lo simple: despertar con el sonido del océano, caminar sin rumbo por playas casi vacías, tomar un coco frío en un restaurante tradicional, descansar sin interrupciones y ver caer la tarde en un ambiente que se siente seguro, tranquilo y profundamente auténtico. Recorrer las playas de San Blas es una invitación a disfrutar de la naturaleza en su forma más pura y a encontrar un descanso que muchas veces no se obtiene en destinos más populares. Es ideal para quienes buscan un viaje relajado, íntimo y libre de multitudes, y al mismo tiempo quieren conectar con una parte del Pacífico mexicano que mantiene viva su esencia original.